octubre 16, 2011

ME HARTÉ. Me harté de limitarme en base a prejuicios sociales y a que mi madre me inculque culpas, aunque supuestamente sean por mi bien. No quiero vivir en una infancia que no siento, o en una pubertad que ya pasé, quiero ser la adolescente que soy y punto, con mis defectos y con mis virtudes, con mis momentos de loca ovárica y con mis momentos de euforia; en fin, quiero ser yo y a la mierda todo. No es que quiera salir a fumar porro ni a toques de metal ni a tener sexo salvaje por la vida, no pienso hacer ninguna de esas cosas hasta dentro de unos años, pero QUIERO MI LIBERTAD. Aunque también quiero cumplir los catorce así logro un poquitito más de independencia, algo es algo, aunque estoy segura de que mis padres me van a seguir limitando como ahora, y de que mi tiempo libre va a ser tan ínfimo como ahora, pero voy a estar repleta de cumples de quince y salidas, porque una cosa lleva a la otra, y aunque muchos van a tener quince y yo catorce, porque cumplo allá, al final del calendario, eso es poco importante.
Y QUIERO OTRO NOVIO. Sí, ya sé, soy una enferma, salir de uno y meterme con otro, pero qué le vamos a hacer, las mujeres somos inevitablemente iguales a nuestras madres. Quiero empezar de vuelta. Quiero a alguien distinto a ese idiota que me hizo sufrir, quiero un tipo de relación distinta, más suelta y sin tantas preocupaciones, más íntima, sin enloquecerme por lograr la perfección de película, cuando NO EXISTE. Quiero uno de esos roqueritos de pelo largo y ojos color miel, que tocan la guitarra, que los ves y baaaaba. Bueno, en fin, ustedes entienden. Pero más allá de todo eso, quiero una relación simple y sin ataduras, quiero a alguien que me quiera por lo que soy y punto final. Quiero sentirme COMPLETAMENTE CÓMODA con alguien. No quiero enloquecerme. Es que hay tantas cosas que extraño de estar en una relación... aunque, sinceramente, lo que extraño es todo menos esos momentos románticos y pasados de azúcar que desaparecen en cuatro segundos, extraño los besos, las caricias, las palabras, extraño la irreemplazable sensación que te brinda la compañía del sexo opuesto cuando se está a solas. Una especie de... misterio, se podría decir, de curiosidad. Tanto que esperé por alguien como Guille y se esfumó en un segundo, y ahora que lo veo con la cabeza en frío, fue una relación bastante insignificante. Interesante, es cierto, e intensa. Pero insignificante. No fue, obviamente, el amor de mi vida. Pero fue mi primer amor. Es que me enamoré de la hermosa historia que éramos, y no de lo que era él en su totalidad. Y eso JAMÁS DURA MUCHO.

No hay comentarios:

Publicar un comentario